El silbido comienza poco antes del cierre
Al principio se escucha muy débil
es apenas advertencia:
pájaro de sueño o voz de cuna
Se eleva como un grito a medianoche
muerde el aire hasta arrancar
el timbre agudo de su aroma
Ahora cabellos vibrar cintura
precipitarse labio arder frente
viejo olmo en ascensión desnuda
no deseo más que el tacto y te quiero
en el hueco donde anidan animales
Urge su demanda ciega y es preciso
poner fin a este canto despojado
pero alguien pregunta
en voz alta tu nombre
y sólo queda admirarte en lo lejos
igual que se ama a un padre cuando
ya han pasado los años y tuerce
la edad sus ramajes
Antes de cerrar las puertas del Botánico
los guardas alertan a los visitantes
pero nada sucede los primeros minutos:
el silbido no impide al árbol saberse a salvo
y ser amado y suficiente mientras con
una mano aprendo su misterio con la otra
sostengo la tuya: sonrío.